Quiero compartir una frustración con quienes quieran leerla, pero antes he de admitir una cosa: milito en un partido político. Lo reconozco, gran parte de mi tiempo lo dedico a participar en entidades y movimientos.
No diré en qué partido milito ni a qué entidades estoy vinculado, ya que con mi carta no quiero hacer propaganda de unas siglas concretas, sino que pretendo trasladar el sentimiento que algunos y algunas hemos compartido estos días.
Allá va:
Hace años que mis compañeros, mis compañeras y yo nos rompemos la cara con los poderosos. Hace mucho tiempo que quienes gobiernan el poder político y económico humillan nuestros infructuosos intentos de construir un mundo mejor. Porque se sienten impunes. Porque estamos solos y nuestros gritos de denuncia no se emiten en prime time, ni son portadas de diarios ni, a menudo, tan siquiera ocupan unos segundos radiofónicos o un breve en la página menos leída del periódico.
A lo largo de mis años de participación he conocido a muchas personas que han recibido presiones y amenazas por defender sus ideas (amenazas que en algunos casos se han materializado). He compartido espacios con personas dispuestas a luchar con todas las herramientas a su alcance, insuficientes y anecdóticas a menudo, a cambio de una escuela, de un hospital o de una simple línea de autobús.
Pero somos políticos. Soy político.
Somos políticos, así, en general. Por tanto somos corruptos, interesados, vagos, mentirosos, traidores, aprovechados, ladrones, estafadores y muchas cosas más. Pertenecemos a la clase política; una clase cuyos intereses se alejan del común de las personas para beneficiarse a sí misma y a los que más tienen.
Aunque estos días estéis experimentando en vuestras propias carnes el ostracismo mediático, la manipulación interesada o el ataque frontal, la mayoría no empatiza con quienes hemos vivido eso mismo desde siempre, desde dentro.
Seguro que yo, que nosotros, os hemos defraudado en algún momento. Lo lamento. Quien me conoce sabe que a menudo me avergüenza participar en un sistema carcomido, pero para arreglarlo fue mi opción personal hacerlo mediante la participación política. Y a veces también he cometido errores.
Hoy formo parte de una acampada donde mi único paraguas son mis ideas y creo que debe ser así. Pero por favor, no acepteis como válido que todos los políticos somos iguales. También existimos los políticos que hemos trabajado por una sociedad más justa y equitativa.
No nos abandonéis. Averiguad los recorridos de cada partido, no os quedéis en la superficialidad crítica y informaos sobre sus ideas, contextualizad su fuerza a la hora de conseguir objetivos, comparad trayectorias, adentraos en aquello que denuncian, averiguad su posición.
Y #nolesvotes pero vota. Vota lo viejo bueno o lo bueno nuevo. Vota y al día siguiente sigue participando. Sigue informándote y exigiendo. Mientras no consigamos mayores cuotas de participación democrática, un voto es todo lo que tenemos ¡y es mucho! es nuestra idea de sociedad delegada en quien nos ha dicho que la comparte de una forma u otra. Así que si ese miserable nos traiciona, exijámosle que se vaya. Si el sistema no nos gusta, cambiémoslo desde sus cimientos. Pero por favor no nos des la espalda a quienes perseguimos lo mismo, pero desde una organización concreta.
Algo fantástico se está moviendo. Algo que no se acabará con las elecciones, por mucho que los de siempre lo deseen.
Yo también tengo muchas ganas de conseguir una democracia real. Ya!
Un político.